por Angel Rodríguez Alvarez
El rayo en bola es uno de los fenómenos de naturaleza eléctrica que las personas que se dedican a la investigación ufológica deben tener presente como uno de los causantes de avistamientos "OVNI".
No está aceptada su existencia de manera unánime entre los científicos, sino que existe un buen número de ellos que son escépticos en cuanto a su realidad.
Generalmente se dan durante los momentos previos a las tormentas, o en el transcurso de ellas, aunque podrían persistir después de ellas si se mantienen las condiciones eléctricas ambientales para su manifestación.
Es por tanto, un fenómeno de naturaleza eléctrica, posiblemente de similares características que el rayo ordinario, salvo por su manifestación, que se suele producir de forma horizontal, es decir, avanzando paralelamente a la superficie terrestre, de manera persistente, en forma luminosa y con un gran poder calorífico, hasta el punto de que se le atribuye la capacidad de vitrificar el terreno, al igual que ocurre con una explosión nuclear.
Se sabe muy poco, poquísimo sobre este tipo de rayo, y su frecuencia de manifestación es muy limitada (se calcula de 1 por cada 10.000 casos de rayos ordinarios). Esto reduce considerablemente la posibilidad de ser avistado por eventuales testigos, y mucho más aún el hecho de que pueda ser fotografiado.
Hasta el momento, las fotografías que se presentaron como de rayos globulares fueron identificadas por los investigadores como simples fenómenos de "Fuegos de San Telmo" y otros.
Existen masas globulares que se pueden advertir después de la descarga de un rayo ordinario, llamadas "Rayo Collar", o "Rayo Bead", pero estas masas globulares son, en realidad, restos del rayo ordinario, restos persistentes de esa descarga, pero no un rayo globular en sí, aislado y de naturaleza propia.
Así pues, tenemos algo que parece ser de la misma naturaleza que un rayo ordinario, generalmente de forma esférica, aunque puede adoptar otras formas, de relativamente pequeño tamaño, aunque podrían existir grandes esferas que formasen parte de los anales de la Ufología, registrados como objetos volantes no identificados.
Podemos calcular, como media, unos 14 a 20 cm. de diámetro. Su desaparición se puede llevar a cabo de una manera suave, o mediante una violenta explosión que puede producir daños a personas o bienes materiales. Mientras un rayo ordinario tiene una duración de fracciones de segundo, uno globular puede durar minutos. En Ufología se acepta que, para que un avistamiento de "algo" sea digno de estudio, debe durar al menos 25 segundos. Por debajo de ese tiempo de manifestación no merece la pena prestarle atención (siempre ufológicamente hablando, se entiende).
Una de las particularidades de estas bolas luminosas es que tienden a acercarse a las líneas eléctricas de alta tensión, desplazándose a lo largo de ellas, lo que ha dado lugar a la falsa creencia de "naves aprovisionándose de energía".
Un rayo en bola puede ser visto cayendo desde una nube hasta el suelo, rebotando en él, como si fuera una pelota, para lanzarse a una carrera frenética de destrucción de cuanto se halle a su paso.
Los colores varían desde el blanco, amarillo, naranja o rojo, hasta el verde, o azul.
Pueden efectuar giros bruscos en su derrota, avanzar o quedarse estático, desplazarse lentamente o acelerar hasta adquirir una velocidad elevada.
Dada su trayectoria a menudo errática, es muy peligroso para quienes se encuentren en su derrota.
Se aprecian contradicciones en las declaraciones de los testigos cuando informan de avistamientos de rayos globulares, cuando estos testigos son "alcanzados" por este fenómeno.
Unas personas dicen que han notado que la bola luminosa estaba fría cuando les ha tocado, mientras que otros han sido quemados o muertos instantáneamente, lo que me hace sospechar que no se trata siempre del mismo fenómeno, sino de plasmoides ionizados, fuegos de San Telmo y Rayos Globulares, inversiones térmicas, etc., cada uno con sus características propias y diferenciadas, confundidos en uno solo.
Una luz fría no puede ser el mismo fenómeno que otra bola similar, pero que llega a vitrificar el terreno y destruye todo cuanto encuentra en su avance, capaz de destruir instalaciones eléctricas y matar a personas y/o animales.
Los escépticos del fenómeno OVNI creen haber hallado un filón en las descripciones de esta fenomenología supuestamente meteorológica, que explicaría y desarmaría los relatos platillistas. Pero si fueran realmente racionales, que no lo son aunque se presenten como tales, aceptarían que dentro de la fenomenología OVNI caben variadas hipótesis, y unas no invalidan necesariamente a las otras. Los fenómenos meteorológicos poco o nada conocidos también son materia ufológica, no sólo los hombrecitos verdes, que son su obsesión.
Algunos investigadores achacan al rayo globular, y a las condiciones eléctrico-ambientales en que éstos se producen, la inducción sobre el cerebro de los eventuales testigos a través de su acción sobre los lóbulos temporales de alucinaciones debido a la acción de fuertes campos electromagnéticos, alucinaciones que les hacen "ver" supuestas naves extraterrestres y a sus ocupantes, pero que son sólo eso, alucinaciones.
Queda pues mucho que aclarar e investigar dentro de lo que hemos dado en llamar Ufología, con una fenomenología que se nos antoja mucho más compleja (y posiblemente más apasionante), de lo que aparentaba ser en un principio.
Faraday consideraba que el rayo globular no podía ser un fenómeno de naturaleza eléctrica, porque nada de esa naturaleza podría mantenerse en equilibrio durante largo tiempo, y sin embargo estas bolas (lo que sean), se mantienen así.
Interacciones de plasma con campos electromagnéticos parece lo más aceptado, entre los que no niegan la existencia de estas bolas.
En el año de 1980, el Grupo GEIFO se encontró con un caso que podría, por sus características, ser encuadrado dentro de lo que estamos analizando, es decir la "persecución" de un testigo, Carmelo Villar Sousa, por entonces un joven de 18 años, que se vio inmerso en una aventura ufológica cuando regresaba a su casa en una moto hacia Ayamonte (Huelva), después de salir de una discoteca, en horas de madrugada.
El propio Carmelo me contó que una luz roja, parecida a una media luna con la base plana orientada hacia tierra, se colocó sobre su moto, produciéndole la extraña sensación de desplazarse dentro de "paredes de luz sólida", que le producía sensaciones de calor intenso, mientras el pánico se apoderaba de él.
La moto falló repetidas veces, hasta pararse definitivamente y cuando la llevó a reparar, el mecánico notó que el sistema eléctrico estaba carbonizado.
El "objeto", que cambiaba de forma esférica a la de media luna, alternativamente, parecía perseguir al testigo, pues cuando Carmelo se tiró por una pendiente, y se agazapó, el objeto se quedó esperando, estático, sobre la localidad de Ayamonte. Después se lanzó nuevamente sobre Carmelo, que tuvo que arrojarse al suelo, pasando el OVNI sobre el testigo en vuelo rasante, a tan sólo un metro de altura.
Existe entre los indios mapuches una leyenda que podría simbolizar la aparición de estos rayos globulares. Le llaman Achimallén.
Se trata de un ser de pequeño tamaño, que se dice que es un niño, que adopta la forma de bola de fuego, la cual aparece de improviso y desaparece en cuestión de segundos. Esta esfera posee una gran luminosidad, y sus características y maniobras nos recuerdan a estos rayos.
En ocasiones aparece más de una, y se dice que llegan a "pelearse" entre ellas, consistiendo esta pelea en la colisión de las esferas, al tiempo que sueltan una enorme cantidad de chispas.
Se dice que el Achimallén es muy obediente a quien es su amo, realizando acciones buenas o malas según los deseos de éste.
Estar cerca de un Achimallén puede producir aturdimiento, ceguera o alguna enfermedad de la vista.
El alimento del Achimallén es leche, miel o sangre.
A pesar de su extraordinaria luminosidad, no se aprecian durante el día, sino sólo cuando cae la noche. Para ahuyentarlos hay que hacer mucho ruido con objetos metálicos.
Está claro que éste es un caso más de personificación de un fenómeno natural, a quien se le atribuye la naturaleza de ser vivo, ya sea un dios, un duende, bruja, o lo que sea.
Entre los numerosos casos registrados por los ufólogos de esferas que parecen perseguir o jugar con los testigos, existe uno investigado por José Manuel García Bautista y Rafael Cabello Herrero, que podría ser un ejemplo típico de lo que estamos comentando.
Ocurrió el 4 de noviembre de 1968, sobre el espacio aéreo español, y observado por la tripulación de un avión comercial de la compañía española Iberia, el Caravelle IB-249, que procedente de Londres se dirigía a Alicante, comandado por el Comandante Sr. D. Juan Ignacio Lorenzo Torres.
Un objeto globular luminoso, cuya coloración se alternaba entre el cobrizo y el azul, del tamaño de un "balón de fútbol", se dirigía velozmente, a rumbo de colisión, hacia el avión de Iberia.
A unos 10 metros, la bola, que estaba acompañada de otras dos de menor tamaño, redujo bruscamente su velocidad, hasta emparejarse con el Caravell en rumbo y velocidad.
El comandante declara que le pareció que el objeto tenía algo como "venas o conductos", (¿tal vez pequeños relámpagos producidos por su carga eléctrica?), sobre su superficie.
La luminosidad era muy fuerte, iluminando enteramente el interior de la cabina del avión.
Las esferas desaparecieron de improviso, y cuando el comandante informó a la Torre de Control de Vuelos de Barcelona, ésta no había detectado nada, pero sí lo habían detectado los radares militares del EVA, que registraron tres objetos que se separaron finalmente, tomando rumbos diferentes.
Evidentemente, no tenemos elementos suficientes para determinar que estos casos de observación OVNI sean avistamientos de rayos globulares, pero es la explicación más racional que se nos ocurre.
Como podría ser el caso de las "centellas" observadas por miembros de las Fuerzas Aéreas mexicanas recientemente y cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo.
Pero ya hemos dicho que el rayo globular suele aparecer solo, y en este caso mexicano se trata de 16 esferas o centellas. Sin embargo no olvidemos que existe muy poca información sobre este fenómeno.
Como hemos podido ver, una mala costumbre que tiene el rayo globular es la de sentirse atraído por los campos eléctricos de automóviles, motos, edificios e incluso individuos.
Esto hace que sucedan esos aparentes casos de persecución de testigos, protagonizados por estas bolas que, ante semejante comportamiento, nos dan la impresión de ser algo inteligente, controlado por alguien. Se ha llegado a hablar de supuestas "sondas extraterrestres" .
Pero no es así. Simplemente se sienten atraídas por campos eléctricos por su propia naturaleza, aunque Faraday no considere que los rayos globulares sean un fenómeno eléctrico.
Así pues, nuestra esfera se acerca y se aleja de los aviones, automóviles, centrales eléctricas, líneas de conducción eléctrica, etc., interfiriendo en esos equipos, o averiándolos, con las consecuencias que todos/as cuantos nos dedicamos a la Ufología conocemos. Y quien vive esa experiencia, quien tenga la mala fortuna de ser "objeto de persecución" lo pasa fatal, creyendo que alguien, algún tipo de inteligencia, lo está agrediendo. Suerte tendrá si sale bien parado/a físicamente de esa aventura.
Se cuentan muchos casos en que los rayos globulares entran en las viviendas, por ejemplo por una ventana, recorren todas las estancias dedicándose a carbonizar cuanto equipo eléctrico encuentre a su paso (cuadros de luces, líneas eléctricas, tostadores, frigoríficos, calefacción, televisores, etc.), y salga después por la puerta, ante los atónitos ojos de los habitantes de la vivienda.
Independientemente de los rayos globulares, hay que tener cuidado con los rayos normales cuando estalle una tormenta, pues uno de los lugares preferidos de los rayos son las jambas y dinteles de las puertas y ventanas.
¿Puede que sean los rayos globulares que entran en las viviendas los causantes de los casos conocidos como combustión espontanea, en la que una persona se carboniza totalmente, sin explicación aparente, y sin que el entorno se incendie? Podría ser. Sin embargo empleo demasiadas veces el término "podría ser", lo que demuestra lo poco que se conoce sobre estos hechos.
Hay opiniones contrarias, que afirman que la energía de estos rayos es tan débil, que la persona que entrase en contacto con él sólo se "electrificaría totalmente", durante un tiempo determinado, pero sin carbonizarse ni morir.
Una de las condiciones que hemos expuesto para la aparición de estos rayos globulares es un determinado ambiente eléctrico, previo, durante y posterior a una tormenta, pero muchos de los avistamientos realizados sobre posibles rayos globulares se dan en condiciones aparentemente normales atmosféricamente hablando, es decir, con tiempo nada tormentoso, aunque no es necesaria la lluvia ni las nubes para que existan condiciones ambientales cargadas eléctricamente. Puede haber actividad eléctrica en una tormenta de arena, por ejemplo, o por la fricción de placas tectónicas, con un efecto piezoeléctrico.
Duncan Lunan, para desmontar las historias sobre platillos volantes, nos habla de la posible existencia de plasmas o plasmoides, que se forman en la atmósfera, y que adoptan diversas formas, coincidentes con las formas descritas en Ufología (ovoides, discoidales, esféricas, etc.). También se hace referencia a los experimentos meteorológicos realizados con la formación de nubes de bario y sodio, pero habría que recordar a quienes buscan estas explicaciones racionales frente al fenómeno OVNI, que tales experimentos se suelen hacer en zonas algo alejadas de zonas habitadas, como el Artico y la Antártida, dentro de campañas establecidas para mediciones del comportamiento climático en la alta atmósfera, por lo que esos razonamientos no son válidos del todo, o por lo menos no son determinantes para desacreditar la fenomenología OVNI, pues son experimentos poco frecuentes y alejados de núcleos de observación, generalmente.
Desde luego no sirven en absoluto para esclarecer la naturaleza del rayo globular, pues no hablamos, al referirnos a él, de la alta atmósfera, sino a escasos metros del suelo.
Con respecto a los plasmas atmosféricos a los que hace referencia Duncan, se orientarían siguiendo las líneas de fuerza terrestres, y se sentirían atraídas o rechazadas por aquellos equipos eléctricos existentes en aviones, automóviles, equipos eléctricos en general, dando la apariencia de "persecución", lo que coincide con las descripciones de la manifestación de los rayos globulares, aunque no creo que se trate del mismo fenómeno, pero sí que tengan algo en común: Los rayos globulares pueden ser una mezcla de plasma y algo más, posiblemente una fuerte carga electromagnética, y pueden "montarse" o "armarse" como consecuencia de la caída de un rayo ordinario, que actúe de desencadenante del fenómeno. Pero tengo mis dudas, pues a veces se forma la bola sin la presencia de ningún rayo ordinario. No creo que uno sea el padre y el otro sea el hijo.
Para algunos/as puede haber sido algo extraño el hecho de que yo haya planteado la posibilidad de que el rayo globular pudiera ser el responsable de ese fenómeno que conocemos como "combustión espontánea", y así me lo han hecho saber, pero debo aclarar que no he realizado una afirmación categórica, sino que he planteado solamente la posibilidad de que podría ser así.
Tanto un fenómeno como el otro son muy poco conocidos, y por tanto todo son suposiciones sobre su naturaleza y comportamiento.
En el caso de las combustiones espontáneas, todo lo que se sabe es que una persona aparece calcinada, reducida a cenizas, quedando un mínimo resto de su persona (un pie, una mano, etc.), evidencia de que se ha producido una enorme emisión de calor, localizada sólo en el espacio que ocupaba esa persona, como si el fuego se originase en su interior, y no afectando la combustión de ese cuerpo humano a los enseres que lo rodeaban, como mesas, sillas, cortinas, etc.
Es un fenómeno que se da en contadísimas ocasiones, y para el que de momento no se encuentra explicación.
Se puede objetar que el rayo globular no tiene la suficiente energía para calcinar un cuerpo humano, pero se han dado casos de aparición de estos rayos, que han provocado muerte y destrucción a lo largo de todo su recorrido, matando a animales y destruyendo enseres, e incluso vitrificando el terreno. Por tanto, la cosa no está tan clara en cuanto a su poder calorífico.
Personalmente creo que los rayos globulares son los causantes de las combustiones espontáneas humanas, pero no tengo pruebas de ello, por lo que no puedo afirmarlo de forma categórica.
De todas las causas posibles que pudieran causar esa combustión, pienso que la más racional es la del rayo globular, que como hemos visto penetra en algunas viviendas, y podría impactar en una persona hasta consumirla totalmente. Además, en el caso de los rayos, sus efectos pueden producirse en cuestión de una fracción de segundo, no dando tiempo a que ese efecto se extienda más allá de un punto localizado, por lo que no tiene por qué haber incendio generalizado. Sería como un fuego que se concentra y no se expande.
En el caso de las combustiones espontáneas, se ha detectado que la temperatura que ha consumido el cuerpo es de 2.500 grados centígrados, mientras que la temperatura de un incendio normal es de 250 grados centígrados.
Podemos concluir el análisis de este fenómeno meteorológico, sea de naturaleza eléctrica o no, como el causante del engrosamiento de numerosos informes de avistamientos OVNI y que, por tanto, las personas que nos dedicamos a la Ufología debemos tenerlo presente y llegar a conocerlo cada vez más, con objeto de poder determinar su presencia en estos testimonios ufológicos, y saber realmente qué es lo que han visto los testigos que nos narran sus avistamientos.
En lo que se refiere a la Parapsicología podría decirse, tal vez, lo mismo.