BAJO TIERRA SE ESTA CALENTITO
por Angel Rodriguez Alvarez
Creo que tenemos un concepto algo equivocado sobre nuestros antepasados. Las civilizaciones que nos precedieron a veces nos sorprenden con sus realizaciones que, aparentemente, no se corresponden con lo que sobre estas gentes se ha dicho tradicionalmente.
El Paleolítico se extiende por un período establecido entre hace unos dos millones de años hasta hace unos diez mil años. Es lo que conocemos como la "Edad de Piedra".
Hace unos 11.000 años nos encontrábamos en el periodo que llamamos Paleolítico Superior, en su fase final, que posteriormente dió nacimiento a la era actual. Los humanos que existían en esos tiempos se nos presentan como integrantes de una civilización que vivían en cuevas naturales, (en algunas ocasiones, en cabañas) y se dedicaban a la recolección de frutos y raíces, así como a la caza.
Esta época se caracterizaba por suponer una tremenda lucha contínua del ser humano con el medio natural donde vívía y contra la competencia que significaban otras especies de animales.
Sus útiles y herramientas eran de piedra, (útiles para cortar, o útiles para golpear), para cuya elaboración tenían una habilidad manual altísima.
Estaban expuestos a que la menor contingencia les costase la vida. Vivían hasta los cuarenta años, edad en la que su vejez era complicada, con problemas de reumatismo, artrosis, y un sin fin de enfermedades que acababan con su vida fácilmente.
En esa época los cambios climáticos eran frecuentes, alternándose los períodos de glaciación y los interglaciares, (entre dos glaciaciones). Las glaciaciones eran épocas de clima polar, muy frío. Este tipo de clima recibe el nombre de Pleistoceno.
Ahora vivimos en un período interglaciar, que recibe el nombre de Holoceno.
Es pues lógico suponer que estos humanos primitivos serían incapaces de realizar grandes obras, que implicaran el uso de una técnica que al parecer no tenían.
Porque no es lo mismo utilizar y modificar una cueva natural existente, o incluso labrar una cueva sobre la roca, que crear ciudades completas, sobre todo cuando esas ciudades se construyen bajo tierra, y su construcción es bastante compleja.
Sin embargo, ésto ha ocurrido, y hoy día se pueden visitar estas ciudades bajo tierra, donde cientos de turistas que las visitan no dejan de sorprenderse vivamente con lo que están viendo y con lo que los amables guías les cuentan sobre esos lugares.
Estas ciudades intraterrenas, que albergaron en su día a una población calculada en cerca de un millón de personas, si no superaban esta cifra, se encuentran en una región de Turquía llamada Capadocia.
Es uno de esos lugares que plantean incómodos interrogantes, y que están ahí para hablarnos de los logros de unos seres que se dice que eran muy primitivos en todos los sentidos.
Era toda una civilización de "intraterrestres", y al menos éstos sí existieron oficialmente.
Pero ¿para qué se construyó esa civilización intraterrestre en esa época?.
Pues posiblemente para tratar de sobrevivir a una pequeña glaciación, que "vieron venir" en esa zona de Turquía.
Algo así como lo que nos está a punto de pasar a nosotros, pues los científicos piensan que el calentamiento global puede provocar la llegada inminente de una glaciación que convierta a nuestro mundo en un gigantesco congelador tal vez en un futuro muy próximo, (unos veinte años tan sólo).
La clave está en el hielo, o mejor dicho, en el deshielo.
Esas construcciones que cualquier turista que visite esa zona de Turquía puede ver están compuestas por 36 ciudades ya descubiertas y otras tantas aún por decubrir.
Están formadas por numerosas habitaciones, almacenes, cocinas, establos, pasillos, letrinas, altares, tubos de ventilación y ¡tubos acústicos!, para comunicarse entre unas zonas y otras. Las habitaciones que disponen de altares con cruces son lugares modificados ligeramente, dado que en el siglo VIII fueron utilizadas estas ciudades por los cristianos que huían de las invasiones del Islam.
Algunas ciudades están dispuestas en niveles diferentes, llegando a haber hasta 12 grupos de ciudades, unas debajo de otras e intercomunicadas.
Varias de éllas albergaban a una población de entre veinte y treinta mil habitantes, siendo la población total de esta civilización subterránea de un millón de habitantes aproximadamente.
Pero yo tengo algunas dudas con respecto a estas gentes: ¿Cómo pudieron prever la llegada de esa pequeña glaciación local?. ¿Qué tipo de conocimientos tenían para que anticipasen esas condiciones climáticas con el tiempo suficiente para poder construir esas ciudades?.
Una vez que llegase esa glaciación, y ya viviendo bajo tierra, ¿cómo pudieron almacenar tanta comida para tanta gente durante tanto tiempo?.
¿Cómo construyeron todo ese complejo subterráneo?.
Creo que en realidad debieron ser construídas por los habitantes de estas zonas en el citado siglo VIII, y no en el Paleolítico, y las trampas, puertas de piedra correderas para impedir la entrada de los enemigos, fáciles de abrir desde el interior pero imposibles de abrir desde fuera, las cocinas, los hornos para cocinar pan, las áreas destinadas a caballerías, etc. no tienen nada que ver con la vida y costumbres de los seres de la Edad de Piedra.
Todo da la impresión de que estas ciudades fueron construídas para defenderse de otras personas, pero no de las condiciones climáticas.
Que se hayan encontrado restos del Paleolítico cerca de una de estas ciudades no significa que todo el complejo sea de la misma época.
Sin embargo, también se han hallado subterráneos llamados "Potern", utilizados por los hititas, y en algunas zonas se han encontrado grabados de la Edad del Bronce. La cosa no está clara. ¿Habrá sido una sucesión de unas culturas detrás de otras?. Eso explicaría por qué no se encuentran otros restos arqueológicos, "barridos" por los sucesivos habitantes.
Por éso se encuentran versiones diferentes sobre el origen y la datación de estas ciudades intraterrenas.
Independientemente de cuándo se construyó este complejo, (algunos calculan cientos de ciudades), ilustran muy bien lo que era la vida bajo tierra para gentes más o menos primitivas. Hoy día también existen ciudades subterráneas bajo las actuales ciudades modernas, compuestas de zonas comerciales, trenes con sus estaciones, centros de ocio, etc.
La más extensa de estas modernas ciudades bajo tierra está en Montreal, Canadá.
La vida intraterrestre ha sido y es una realidad, al menos en esta forma.
En la ciudad de Montreal hace frío, mucho frío. La temperatura suele alcanzar los treinta grados centígrados bajo cero, lo que dificulta enormemente la vida en superficie. La gente tendría que mantenerse casi sin salir durante los seis meses de período invernal.
Pero un día se les ocurrió una idea: Si en la superficie hace frío, vivamos bajo la superficie. Vivamos bajo tierra.
Y así lo hicieron. Construyeron, de manos del arquitecto chino-americano llamado Im Pei una ciudad paralela a la de la superficie, pero bajo tierra.
Llevan viviendo en esa ciudad intraterrena más de 32 años. Comenzaron en los años 70, y les va de maravilla.
Desde hoteles, edificios públicos, o desde entradas específicas, se puede acceder a ese mundo subterráneo, donde se puede vivir en mangas de camisa.
Trenes metro, modernos y limpios unen las distintas zonas de este Montreal bajo tierra.
Más de 200 hoteles, cafeterías, cines, teatros, restaurantes, paseos, parques, gimnasios, 1.600 tiendas o comercios, grandes almacenes, etc. se extienden a lo largo de treinta kilómetros, todo con aire acondicionado y calefacción. Y se sigue extendiendo.
¿Quién quiere congelarse en la superficie?.
No es el único caso. En Japón se están diseñando polígonos industriales subterráneos para albergar fábricas e industrias varias, para despejar la superficie y luchar contra la contaminación.
Bloques de oficinas, hoteles zonas comerciales, etc. dentro de unos años se albergarán bajo tierra un número inicial de 100.000 personas.
Otras ciudades tienen proyectos similares, y se puede decir que en todas las ciudades modernas existe algo más o menos desarrollado, partiendo de las líneas de metro que unen las distintas zonas de una ciudad.
Bajo tierra se está calentito, se reduce la contaminación y se minimizan o anulan muchos de los inconvenientes que lleva la vida en superficie.
Así pues, no me sorprenden en absoluto los relatos que nos hablan sobre la vida intraterrestre que habrían buscado en la Antiguedad civilizaciones que se habrían sentido amenazadas por algún tipo de peligros, ya fuesen desastres naturales o las espantosas guerras que habrían puesto en peligro su supervivencia.
¿Han existido?. ¿Existen aún?.
Vivir bajo tierra no es un capricho, sino una necesidad que se hará más perentoria a medida que pasen los años y las condiciones de nuestro planeta se vuelvan inhabitables o muy difíciles.
Las consecuencias del cambio climático, al cual nos vemos abocados por nuestra mala cabeza y nuestra irracionalidad, harán que las condiciones de vida sobre la superficie de la Tierra tengan que verse enfrentadas a un frío intenso, como consecuencia de una glaciación que, al parecer, sigue inmediatamente al aumento de temperatura global que conlleva el derretimiento del hielo polar, derretimiento que frena y anula las corrientes del Océano Atlántico, provocando un descenso de 5 a 10 grados centígrados y una fuerte subida del nivel del mar.
Tendríamos pues, unas temperaturas cuya media sería similar a las que tuvimos hacia el final de la última Era Glacial hace unos 20.000 años.
Esto es lo que afirman muchos científicos que se encuentran seriamente alarmados.
¿Tendremos tiempo para desarrollar esa vida bajo tierra o es muy corto el tiempo del que disponemos?. Se teme que las condiciones infernales sobre la Tierra se harán una terrible realidad dentro de unos 20 años tan sólo.
Para que esa vida intraterrena tenga éxito a largo plazo se requiere que en esas ciudades subterráneas, que en la actualidad disponen de grandes zonas de ocio y esparcimiento, así como de comercios, etc., sean orientadas a servir de salvavidas de nuestra Humanidad, porque en la superficie no parece que haya mucho futuro.
Está claro que pocos seres humanos se salvarían, dadas las limitaciones de estas ciudades en cuanto a la capacidad de albergar a grandes masas de individuos ahora mismo, pero algo sobreviviría, si se presta atención a la creación de espacios dedicados a la elaboración de alimentos, así como a medicamentos, hospitales y áreas de atención a las que me temo que no se les está prestando esa atención, por no estar pensadas para acabar siendo la morada definitiva de la Raza Humana.
Si hubiese tiempo, que parece que no lo hay, estas moradas intraterrenas irían sustituyendo definitivamente a las ciudades de superficie, con lo que ésta se regeneraría con el paso de los años, se limpiaría el ambiente, y se recuperarían las condiciones climáticas del planeta, con una inversión o retroceso del espeluznante proceso actual.
La vida intraterrena, al decir de los entendidos, tiene numerosas ventajas sobre la vida de superficie, y después de los deleznables sucesos ocurridos con las Torres Gemelas en el fatídico 11-S, ofrecerían mayor seguridad y amparo a los temerosos habitantes que saben que desde el cielo pueden sentirse, (y de hecho se sienten), amenazados.
Los alimentos podrían ser elaborados no sólo sintéticamente, sino en espacios donde, creando las condiciones ideales de luz, humedad, etc., y mediante la biotecnología adecuada, se podrían mantener una serie de grandes invernaderos, similares a aquéllos con los que se está experimentando con vistas a una futura colonización del planeta Marte.
Por cierto, hablando de Marte: ¿Habrá vida subterránea en ese planeta?. En caso de colonización futura, tendríamos que vivir, subterráneamente también, en ese planeta.
Lo que parece que tendrá que ser en el futuro, ¿habrá ocurrido ya en el pasado?. Ya hemos visto que sí, en lo que se refiere a la Capadocia turca y lugares similares, pero cuando se habla de intraterrestres, los que lo hacen se refieren a civilizaciones muy avanzadas, que tuvieron que refugiarse en un mundo subterráneo, y que podrían estar viviendo en simbiosis con nosotros. Eso sí, juntos pero no revueltos.
¿Realidad o fantasía?.
Los que defienden la Hipótesis Intraterrestre, lo hacen suponiendo que el planeta Tierra es un planeta hueco, con un sol interior, y con mares, ríos, montañas y valles, tal y como existen sobre la superficie.
Se presenta este mundo como habitado y controlado por unos seres, en ocasiones supervivientes de civilizaciones que supuestamente nos precedieron, y que por diversas causas debieron refugiarse en ese mundo interno cuya existencia conocían y que les permitió escapar a una completa destrucción, y en otras ocasiones como seres supuestamente procedentes del Cosmos, que habitarían ese mundo interno y que lo utilizarían como refugio para ocultarse de nosotros.
Generalmente se les atribuye una evolución técnica y científica muy elevada, desarrollando paralelamente una evolución espiritual que los pondría por encima de nuestra raza en todos los sentidos.
Volvemos a lo de siempre: Cualquiera que exista en los cielos o bajo tierra es siempre superior a nosotros.
A estos seres se les atribuye la utilización de naves circulares o "platillos volantes", que saldrían y entrarían en ese mundo interno, después de realizar sus evoluciones sobre nuestro mundo de superficie, dando lugar a la fenomenología OVNI.
Aunque existen partidarios de la existencia real de estos mundos y sus habitantes en un plano físico, en simbiosis con nuestro mundo de superficie, la mayoría de los relatos, leyendas o mitos sobre estos seres lo hacen dándoles una naturaleza de carácter espiritual, y su ubicación estaría en una dimensión paralela a la nuestra, a la que no podríamos acceder sin una evolución espiritual determinada. En ese mundo dimensional de carácter místico se situaría el reino de Agharta y su capital Shambalah.
A este reino, del cual se dice que está regido por el Rey del Mundo y unos habitantes tremendamente evolucionados en todos los órdenes, se le hace referencia en multitud de escrituras sagradas, mitos y leyendas de la Antiguedad. Teorícamente influirían de alguna manera en la marcha de nuestra sociedad, lo cual no parece muy probable a la vista de cómo nos van las cosas. Quien nos dirige, si realmente alguien lo hace, no parece el más indicado para hacerlo, la verdad sea dicha. Más bien sería un gupo de inútiles.
Espiritualmente podrían existir o no muchas cosas, y no podemos descartar la posible realidad de otras dimensiones existenciales, cuya demostración no se presenta muy fácil pero, ¿tendría algún viso de realidad la existencia física de este mundo intraterreno, atendiendo a que la Tierra podría ser un planeta hueco, tal y como afirman los partidarios de esta hipótesis?.
Físicamente la cosa se presenta complicada, o para ser exactos, imposible.
El planeta Tierra no parece ser muy hueco, la verdad.
Con todos sus defectos y sus virtudes, con sus aciertos y sus errores, la Ciencia es la fuente más racional a la que debemos acudir, independientemente de que a veces nos permitamos elucubrar, cuando buscamos respuestas a la multitud de preguntas a las que nos obliga nuestra tremenda curiosidad.
Y es la Ciencia la que nos dice que la Tierra es un planeta compuesto de unas capas sucesivas, que se envuelven unas a otras, a la manera de las capas del cuerpo de una cebolla.
No es que lo hayan comprobado, ciertamente, sino que lo suponen por la observación del comportamiento de nuestro mundo y la observación de otros cuerpos, que establecerían unas constantes cósmicas, según creen.
En el centro de la Tierra existen dos núcleos, uno sólido, compuesto de hierro, cobre, oro y niquel, y otro núcleo exterior líquido, de materiales fundidos, que rodea al anterior, y dentro del cual flota el núcleo sólido.
Este segundo núcleo, o núcleo externo, que produce corrientes eléctricas y que se dice que gira en sentido contrario al resto del planeta, se le considera el generador del campo magnético terrestre.
Las temperaturas y la presión son tremendas y no hay lugar para ningún tipo de vida.
Diversas capas van formando envolturas sobre ese núcleo externo, con zonas a veces sólidas, a veces de líquido fundido ardiente, (rocas y metales fundidos), llamado magma, que conocemos cuando sale por la boca de los volcanes. En estas zonas o capas tampoco hay hueco para ningún tipo de vida, ni soles internos, ni mares, ríos ni praderas.
Así, capa tras capa, hasta llegar a la corteza oceánica y a la corteza superficial sobre la que habitamos, donde sí se ha desarrollado la vida tal y como la conocemos.
No todos los científicos piensan de manera unánime, y algunos creen en una Tierra hueca, teoría a la que se adhirieron algunas personalidades, y sobre todo multitud de escritores, la mayoría de claras tendencias místicas.
Algunas afirmaciones sobre lo que podría estar sucediendo bajo nuestros pies son, sin embargo, verdaderamente terroríficas, y espero que no se correspondan con la realidad, porque esa realidad sería espantosa.
¿Realidad espantosa?. ¿Qué puede haber bajo Tierra que constituya una realidad espantosa?.
Lo que viene a continuación ha sido muy comentado y despertó entusiasmo en muchos grupos religiosos. Las posibilidades de que constituya una leyenda o una manipulación de la realidad son prácticamente del cien por cien como veremos más adelante. Sin embargo, pese a mi escepticismo sobre éllo, me animo a ponerlo como un ejemplo más de los numerosos relatos, mitos o leyendas que sobre este tema existen, y que deben conocer aquellas personas que se interesan sobre esta hipótesis intraterrestre. Pero insisto, veámoslo como una leyenda más, aunque terrorífica.
Cuentan los relatores de esta "historia para no dormir", lo que supuestamente ocurrió allá por la década de los años ochenta.
El lugar se encuentra en la Siberia, en un punto que se mantiene en secreto, y los protagonistas fueron un grupo de geólogos capitaneados por un tal Dr. Azzarov que realizaban trabajos previos a futuras prospecciones petrolíferas, alcanzando, según se dice, los 14,4 kilómetros de profundidad.
A esa profundidad la broca o taladro comenzó a girar a mayor velocidad, como si se hubiese encontrado con un gran espacio vacío, un enorme hueco.
Se hicieron todo tipo de pruebas y mediciones, entre ellas la toma de temperaturas, dando el sorprendente resultado de 1.100 grados Centígrados.
Azzarov ordenó bajar un micrófono preparado especialmente para soportar esas temperaturas, y lo que recogieron no fueron los sonidos de la tierra como esperaban, sino una aterradora sucesión de gritos de dolor de miles o millones de seres, al parecer humanos, que mostraban un gran sufrimiento.
La conmoción fue tal que el equipo quedó traumatizado, horrorizado, y la mitad de él se dió de baja.
Los trabajos se clausuraron, y la "historia" pasó a manos de todos los grupos místicos que la utilizan para apoyar sus prédicas y tratar de convencer a la gente de la existencia del "Infierno", que estaría, según este relato, en el interior de nuestro planeta.
La verdad y la mentira están tan entrelazadas en la Ufología y la Parapsicología, que llegar al fondo de muchas cosas es una tarea prácticamente imposible. La tremenda contaminación existente en estos temas se debe en gran medida a los propios investigadores, que manipulan o inventan sus historias para mantener o aumentar los misterios, teniendo así asegurada la continuidad de sus publicaciones y de sus programas de radio y televisión.
Otros lo hacen para defender sus creencias frente a los demás, pensando que con la adición de casos falsos y sorprendentes sus teorías tendrán más aceptación.
La existencia de un "infierno" no me parece una idea aceptable, aunque de existir no sería en un plano físico como el interior del planeta.
Sin embargo, la manipulación de este relato no es responsabilidad de los investigadores del Misterio. No en este caso.
La verdad es muy diferente:
Efectivamente un equipo de geólogos realizó un proyecto experimental, pero no en un lugar secreto que no se quiere dar a conocer, sino en la Península de Kola, en Rusia.
La noticia sobre este proyecto apareció en 1984 en la revista Scientific American en el año de 1984.
La profundidad alcanzada por los geólogos fue de 12 kilómetros, encontrando unas rocas extremadamente duras. La temperatura tomada alcanzó los 180º Centígrados. Muy lejos del "Infierno".
El inventor de la historia terrorífica fue un finlandés llamado Age Raudelin, el cual confiesa haberlo hecho para los creyentes americanos, y quien lo difundió a todo el orbe fue el evangelista texano R.W. Schambach.
Ahora defienden con mucho celo la "realidad" del relato.
Así son las cosas. Creo yo que el Infierno está más bien en la superficie.
A principios de 1970, se proporcionó a la Prensa, por parte del Servicio De Ciencia del Medio Ambiente, (ESSA), perteneciente al Departamento de Comercio de los Estados Unidos, unas fotografías del Polo Norte, tomadas por el satélite ESSA-7 el 23 de Noviembre de 1968.
Una de las fotografías del Polo Norte lo muestra con un inmenso agujero en el lugar donde debería estar el Polo.
Se organizó el correspondiente revuelo, y se dijo que era una entrada al interior del planeta.
Oficialmente se dió una explicación sobre la imagen que se ve en la fotografía, aclarando que se trata de un mosaico formado por imágenes de televisión, que durante 24 horas fueron tomadas por el satélite, mostrando la Tierra desde diversos ángulos. Una vez que fueron procesadas por computadora y unidas, forman una vista total de nuestro planeta como si el observador se hallase viéndola desde encima del Polo.
En ese tiempo de 24 horas, todos los puntos en las latitudes ecuatoriales y medias recibieron luz solar durante algún período de tiempo, y aparecen iluminados en la fotografía compuesta resultante.
Pero las regiones cercanas al Polo estaban en esos momentos sumidas en la oscuridad permanente del largo invierno ártico, que dura 6 meses. Esa es la zona no iluminada del centro de la foto, dando lugar a la "apariencia de un agujero", que ocuparía desde los 70 grados de latitud Norte, o sea que la mitad de Groenlandia no existiría, según el "agujero" de la foto.
En el Polo Sur tampoco existirían la mayor parte de las estaciones científicas de los distintos países que allí tienen representación.
No existen, por tanto, tales entradas al planeta.
Sin embargo los defensores de la idea siguen creyendo que se trata de ocultar la verdad a la opinión pública.
Uno de los relatos que circulan por ahí habla sobre las experiencias sufridas por el Almirante Richard E. Byrd.
En 1926, Richard Evelyn Byrd, por entonces Capitán de la Marina Americana voló en linea recta hacia el Polo Norte y continuó volando 2.730 kms. sin alcanzarlo, llegando a ver, en un momento determinado, un sol, tierras fértiles, sin hielo ni nieve, con árboles y un animal muy parecido a lo que se conoce como mamut.
El clima era agradable, y se veían ríos y una costa marítima.
Los partidarios de la Tierra Hueca creen que Byrd entró, sin saberlo, por la abertura supuestamente existente en el Polo, colándose hacia el interior de la Tierra, donde reinarían las condiciones que los que defienden la teoría de la Tierra Hueca afirman de ese mundo intraterreno, donde estaría Agharta y Shambalah.
El Almirante plasmó todas sus experiencias en su propio diario personal.
Pero pienso que el Almirante debía ser un humorista o un engañador, porque tales experiencias no han sucedido en la realidad. Es conveniente ir limpiando este mundillo de todo cuanto se nos presenta como real pero no lo es.
¿Por qué digo que no es cierta su historia del mundo hueco?.
Pues porque para que se forme un sol, generándose todas las reacciones nucleares que éllo conlleva, se necesita un cuerpo que tenga una masa 75 veces superior a la masa que posee el planeta Júpiter.
Un gigante 75 veces superior al planeta Jupiter está claro que no cabría en el interior de nuestro planeta. Por tanto no existe ese sol interno y toda la historia se va al traste.
Simplemente no es cierta.
Pero que la Tierra no sea hueca no significa que la vida intraterrestre no sea posible, pues ya hemos visto que se están construyendo ciudades modernas subterráneas cada vez más complejas, y también en la Antiguedad, como hemos visto cuando hablamos de la Capadocia.
Buscando noticias sobre ciudades subterráneas me tropecé con una curiosa carta fechada en el año de 1916, de un tal Angel Romero quien comunica, mediante ese escrito al Duque de T´Serclaes, el supuesto hallazgo en la población de Prado del Rey, en la provincia de Cádiz, (España), de restos arqueológicos formados por una ciudad subterránea con galerías de varios kilómetros de extensión, donde el citado D. Angel dice que se hallaban numerosas tumbas y tres cuerpos humanos "petrificados",
(¿tal vez momificados?).
El interés por esa misteriosa ciudad subterránea hace que la Academia de la Historia comisione a D. Pelayo Quintero Atauri, para que investigue la realidad del hallazgo de esa ciudad.
D. Pelayo realiza las correspondientes indagaciones, pero no obtiene resultado alguno, o al menos éso es lo que dice en su informe a la Academia.
También se solicita al Gobernador, que es quien lleva las riendas de toda investigación arqueológica en la provincia, que pida informes sobre este asunto a las autoridades de Prado del Rey. Nadie sabe nada.
La historia finaliza en la suposición de que tal ciudad pertenece a la fantasía de algún vecino de la citada localidad.
Hasta ahora, las indagaciones que he realizado personalmente, no han dado resultado alguno, y nadie ha sabido decirme nada sobre la citada ciudad.
Sí existen ciudades en la zona, como la antigua ciudad romana de Asido Caesarius, en Medina Sidonia, de las cuales existen obras hidráulicas y galerías subterráneas pero estas galerías correspondían a las cloacas o alcantarillas, no a una ciudad subterránea.
Toda esta historia de la ciudad subterránea de Prado del Rey nos demuestra, una vez más, que las mentiras y manipulaciones no son privativos de nuestra época, aunque podemos mantener el "suspense" añadiendo una mentira más, diciendo que la ciudad realmente existe, pero que se oculta a la opinión pública por oscuros intereses.
Seguiré investigando sobre el tema.
De todas formas, existen innumerables lugares en la Tierra, con ciudades subterráneas antiguas y modernas para que no sea necesario añadir ninguna más.
El relato que más llama mi atención sobre este tema es el que hace referencia a la Cueva de los Tayos, en Sudamérica, en la Amazonía ecuatoriana.
Sobre esta cueva y los hallazgos realizados en élla se ha hablado y escrito mucho, comenzando por Daniken, hasta llegar en la actualidad a los trabajos e investigaciones de Débora R. Goldstern, la persona más autorizada, a mi entender, en este tema.
Daniken divulgó la existencia de esta cueva relatando las experiencias de un aventurero húngaro llamado Juan Moricz, quien habría encontrado el lugar por indicación de los indios shuaras, quienes entraban allí una vez al año a coger los polluelos de los tayos, pájaros que dan nombre a la cueva.
Lo más sorprendente de este lugar lo constituye el hallazgo de unas placas metálicas, una especie de biblioteca, al parecer de oro, donde supuestamente se narraría la Historia de nuestro mundo, y de las distintas razas y civilizaciones que lo poblaron. Las planchas están grabadas en relieve con una especie de jeroglíficos.
También hablaba Moricz de una raza de supuestos extraterrestres que habrían llegado a la Tierra y habitarían en esos mundos subterráneos.
En la cueva, a la que se accede por un estrecho conducto en vertical de unos dos metros de diámetro, para convertirse después en un dédalo de salas y pasillos enormes, se ven grandes bloques de piedra, dinteles, etc., al parecer tallados artificialmente, y con señales de sus antiguos habitantes. También se dice que la zona podría tener una especie de puerta dimensional. Las salas de la cueva son de dimensiones colosales.
El lugar fue objeto de varias expediciones, y también estuvo por allí el astronauta Neil Amstrong, comisionado por los mormones, quienes relacionan el hallazgo de las planchas con sus doctrinas religiosas.
Muchos investigadores/as afirman que por toda Sudamérica se extienden grandes zonas subterráneas, unidas por innumerables pasadizos. Este complejo entramado de túneles y ciudades podían albergar toda una civilización.
¿Una civilización perdida?. ¿Una civilización viviendo hoy en simbiosis con nosotros?.
De todo lo dicho hasta el momento, está claro que con la hipótesis intraterrestre ocurre lo mismo que con el resto de las hipótesis: Que hay muchos indicios, pero no hay nada demostrado.
Todo es escurridizo, dudoso, místico, (y lo místico es como la espuma de una cerveza: mucha apariencia pero poca consistencia).
Pero algo debe haber, pues cuando el río suena es que agua lleva, aunque no lo que se está diciendo.
Relatos y leyendas hay muchas, pero a poco que se escarbe en éllas enseguida se descubre la falta de veracidad en la mayoría.
Un ejemplo más, de los muchos que existen, es el tan conocido caso de los niños de Banjos, en España, que fueron encontrados en la entrada de una caverna, allá por el año de 1887.
Se dice de éllos que eran niño y niña, con la piel de coloración verdosa, con rasgos propios de la raza negra pero con ojos caucasianos y al parecer carentes de páncreas.
Mostraban un sólo pulmón.
Sus hábitos alimenticios eran desconocidos y no comían carne ni ninguna clase de proteínas. No se podía comunicar con éllos dado que hablaban un extraño idioma totalmente desconocido.
La niña fue acostumbrándose a comer frutas y legumbres, pero el niño murió muy poco tiempo después de ser encontrados.
Se dice que élla aprendió un poco de español y pudo contar a los asombrados lugareños que la escuchaban, que procedían de un mundo subterráneo, donde no se conocía el Sol, viviendo permanentemente en una especie de crepúsculo. Se alumbraban, decía la niña, con unos aparatos de iluminación en forma esférica. Esa iluminación era suficiente para que las plantas creciesen y se desarrollasen.
En ese mundo subterráneo había un gran río muy caudaloso, que rodeaba su exótico país, y recientemente habían sufrido un cataclismo del que los dos niños pudieron sobrevivir gracias a que escaparon hacia la cueva donde fueron encontrados.
Claro que la historia, con ser muy bonita, no deja de ser simplemente un cuento. No tiene nada de real, empezando por el propio pueblo, Banjos, que no existe en España.
Es una historia "adquirida", correspondiente a una recopilación de relatos de un monje cisterciense llamado Ralph de Coggeshall, en Essex, Inglaterra.
Los textos recogen relatos con una antiguedad establecida entre los años de 1066 al 1223.
La historia viajó de Inglaterra a España en 1950.
En Chile, los habitantes de algunas poblaciones como Chusmiza, Poroma y otras, situadas en la 1ª Región, hablan de unos pequeños seres de tan sólo 17 centímetros de altura, que dicen ser los habitantes de un mundo subterráneo existente bajo el desierto de Atacama. A estos pequeños seres les llaman los lugareños "Los Gentiles". ¿Otra leyenda más?.
Historias intraterrestres hay muchas. Algunas bastante serias. Pero cuando se trata de indagar sobre su realidad, todo se pierde en las profundidades de la Tierra, en esas entrañas donde se dice que todo un mundo, parecido al nuestro pero más avanzado, (¿cómo no?) técnica y espiritualmente hablando, conviven con nosotros, esperando según nos cuentan algunas personas, que llegue el momento de salir y adueñarse de nuestro mundo exterior.
Si ésto último fuera cierto, ¿qué sucedería con nosotros?.
Hasta el momento parece que va a resultar al contrario, que nuestra civilización tiende a ir desarrollándose en el subsuelo, abandonando la superficie que hemos dejado agotada y maltrecha. Miles de kilómetros cuadrados bajo la superficie están siendo ya proyectados para ser nuestra futura morada, y en algunos casos ya es una realidad.
Los intraterrestres existen: Somos nosotros.