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CANARIAS: LAS ISLAS AFORTUNADAS

 

 CANARIAS: LAS ISLAS AFORTUNADAS
por Angel Rodriguez Alvarez

 

 

Hace tiempo que deseaba hablar sobre uno de los lugares más maravillosos de este planeta, lugar que escojo para pasar anualmente unos días de vacaciones que siempre me producen una sensación especial, una vez pasado el mal rato que me supone el viaje en avión, avión al que tengo verdadera fobia.

Me refiero a las Islas Canarias, que forman un archipiélago perteneciente al Reino de España, punto de mira estratégico de muchos países que desearían anexionárselo, situado a 95 kilómetros de la costa noroccidental del continente africano, y donde se encuentra el punto más alto de España, el Teide, con sus 3.718 metros de altura, con playas y volcanes que conforman un bellísimo paisaje.

Dotadas de un maravilloso clima tropical, dulce, húmedo y suave durante todo el año, las Islas Canarias son un verdadero Paraíso Terrenal, que enganchan y envuelven en una embriaguez maravillosa a quien las visita.

Para los aficcionados a los temas que normalmente nos ocupan, temas ufológicos y paranormales, las Canarias son islas llenas de todo tipo de misterios que no defraudarán a los buscadores e investigadores.

Están llenas de luces misteriosas, puertas dimensionales, OVNIS y extraterrestres, apariciones extrañas, duendes, etc. teniendo un porcentaje de experiencias misteriosas sencillamente brutal.

Son un imán para los aficcionados a estos temas apasionantes, que constituyen un aliciente añadido a los atractivos convencionales. Se habla incluso de Bases Submarinas de OVNIS, y los avistamientos de estos objetos han sido multitudinarios en varias ocasiones.

Incluso son uno de los primeros lugares relacionados con las extrañas muertes y mutilaciones de animales que se atribuyen a ese ser misterioso y esquivo que es conocido como “El Chupacabras”, y que tantas controversias ha generado.

Y para no faltar no faltan siquiera las pirámides. También las hay.

Descubiertas no hace mucho, fueron en principio ignoradas y desechadas como tales pirámides, creyéndose que se trataba de piedras y escombros colocados al azar, hasta que se demostró que efectivamente se trataba de este tipo de construcciones, muy similares en su diseño y construcción a las pirámides de México, Guatemala, Perú y Mesopotamia, y que hoy conforman el llamado “Parque Etnográfico de las Pirámides de Güimar”, valiosísimo lugar arqueológico situado en el valle de Güimar, en la Isla de Tenerife.

Las Islas Canarias son un archipiélago constituído por siete islas, denominadas con los nombres de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, El Hierro y La Palma.

En la zona de Lanzarote existe, a su vez, un miniarchipiélago, llamado “CHINIJO”, (que significa “Pequeño”), con sus islas mayores llamadas “Montaña Clara”, (en venta por nueve millones de euros.), Alegranza y La Graciosa, habitada por 658 personas.

Este Archipiélago Chinijo es la reserva marina más grande de Europa, con 700 kilómetros cuadrados. Una zona de enorme biodiversidad.

De todos es sabido que las Islas Canarias han sido consideradas por muchos atlantólogos como los restos del mítico Continente-Isla hundido, se dice, hace varios miles de años y que recibía el nombre de Atlántida.

Hace ya mucho tiempo habitaban estas islas unos misteriosos seres humanos que recibieron el nombre de “Guanches”, que fueron atropellados en sucesivas ocasiones por diferentes invasiones, procedentes de dispares lugares del planeta, hasta que fueron exterminados en su totalidad por los españoles. Esto último no parece aceptado por todos los estudiosos, que no creen en un exterminio total, sino en una asimilación de su sociedad por la de los conquistadores, una cristianización y un mestizaje posterior entre varias razas diferentes.

Los guanches eran un pueblo noble, con buenos sentimientos, valerosos, muy celosos de su libertad e independencia, que debió ser la causa de su cuasi-exterminio, al no poder ser sojuzgados totalmente, pues preferían morir antes que dejarse dominar.

¿Quiénes eran estos misteriosos aborígenes, antiquísimos habitantes de las Islas Canarias, de los cuales ya tan sólo queda un recuerdo muy desdibujado, algunas pinturas y grabados rupestres, y un vocabulario del cual se han salvado tan sólo unos cuantos vocablos?.

¿Qué sabemos de estos pueblos desaparecidos para siempre?.

¿Son las Canarias los restos de la Atlántida y los guanches descendientes de los atlantes?.

El origen de los guanches sigue siendo un misterio y los etnógrafos e historiadores no se acaban de poner de acuerdo.

La mayoría se inclinan por asignarles un origen bereber, en el Norte de Africa, pues sus características físicas y su lenguaje son muy similares a la de estos pueblos.

La llegada de grupos bereberes a las Islas Canarias, de haber ocurrido así, se daría de forma relativamente fácil, dada la cercanía al continente africano, y a los vientos propicios. En la actualidad inmigrantes africanos llegan con frecuencia clandestinamente y en oleadas sucesivas hasta las islas a bordo de increíbles embarcaciones, donde se hacinan numerosas personas, aunque naufragando muchas de ellas, con la consiguiente pérdida de vidas humanas.

Otros estudiosos les asignan a los guanches una relación con los egipcios, dada la semejanza en la forma de momificar los cadáveres entre ambas culturas, y no faltan quienes piensan que podían ser los supervivientes de los antiguos atlantes, desaparecidos en el supuesto hundimiento de ese mítico continente.

De esa desaparecida Atlántida, según sus defensores, se habrían diseminado algunos supervivientes hacia el Este, el Oeste y a las islas, o llevadas a ellas, una vez pasado el supuesto cataclismo.

Para algunos germanófilos, los guanches podrían estar ligados a las razas arias, en su expresión más pura, por su elevada estatura, su tez blanca, pelo rubio y ojos azules.

Fuera cual fuese su origen, eran un pueblo noble y culto, con un gran corazón y llenos de bondad.

Si se les preguntaba a los propios guanches de dónde procedían contestaban:

“Dios nos puso en estas islas, nos dejó aquí y luego se olvidó de nosotros”.

Pertenecían al tipo de Cromagnon, por lo que no pueden ser de esa raza aria pura que pretenden tales germanófilos y si bien ya era conocida su existencia desde los tiempos más antiguos, e invadidos de cuando en cuando, procuraron ser una sociedad cerrada, poco proclive a expansionarse, sino a mantenerse aislados del resto del mundo, lo que les llevó a una involución hasta llegar al estado de vida de los trogloditas, viviendo en cuevas y aprovechando los recursos que les ofrecían las cabras abundantes en los montes, donde vivían completamente desnudos y en estado salvaje, si bien existía otro grupo, que estaba más evolucionado socialmente, que vivía de la agricultura, habitando hermosas villas ajardinadas. Era un grupo evidentemente superior al otro, pero acabó, como decimos, involucionando debido a ese fuerte aislamiento. Todos ellos vivían sin ropa o con algún taparrabos y alguna prenda confeccionada con pieles y tintada con tintes naturales rojizos o azafranados, cosidas con hilos hechos con tripas de animales curtidas y trenzadas.

No conocían los metales, y empleaban como armas piedras y maderas con puntas afiladas.

Observaban escrupulosamente una jerarquización social, con un sistema de castas, en la que unos ejercían el mando sobre los demás como reyes o reinas, pues también se utilizaba el sistema del matriarcado. Los súbditos mostraban gran respeto y sumisión a sus dirigentes, y en ese sentido esta raza tenía una cuidada cultura, lo que les permitió poder mantener el orden y la convivencia.

Entre sus leyes se contaba como castigo la Pena de Muerte, que se aplicaba por delitos de traición, adulterio, robo y asesinato.

Como relataba el Padre Espinosa, simplemente por dirigirse a una “mujer en algún camino o en otro lugar solitario, la miraba o hablaba, sin que ella primero le hablase o pidiese algo, y en poblado le decía alguna palabra deshonesta que se pudiese probar, muriese luego por ello, sin alguna apelación, tanta era su disciplina...”.

La Pena Capital se aplicaba por horca, aplastamiento de la cabeza, lapidación, despeñamiento, emparedamiento, etc.

El rey recibía el nombre de Mencey, en la Isla de Tenerife y de Guanarteme en Gran Canaria y poseía una especie de senado, formado por los nobles del grupo. Los reinos se llamaban “menceyatos”.

Tenían un sacerdote para ejercer las funciones propias de los cultos religiosos, con un Dios Supremo y una Diosa de la Fecundidad.

También existían unos adivinadores o gente con cualidades para el uso de la Magia, que recibían el nombre de Güañañemes.

No se comunicaban los guanches de unas islas con los de otras, por lo que cada una de éstas tenía un lenguaje diferenciado del de las demás.

Con frecuencia fueron cazados y vendidos como esclavos a partir de su “redescubrimiento”, (pues su existencia anterior era ya conocida por los pueblos de la antigüedad).

En 1402, un normando, llamado Bethencourt, para acabar con ese comercio esclavista colonizó estas islas con emigrantes franceses.

El intento de domesticación, de convertirlos al Cristianismo y de vestir sus cuerpos originó muchas revueltas con derramamiento de sangre. Muchos se suicidaron, lanzándose desde los acantilados, con gran desprecio de su vida y en aras de su libertad, al tiempo que daban un grito, diciendo: “¡Vacaguaré!”, que significa: “¡Quiero morir!”.

Las características raciales de este pueblo hizo que incluso los nazis, obsesionados con la pureza de su raza, se sintieran interesados por los guanches.

La Ahnenerbe como sabemos, era una institución de las SS del III REICH, que se dedicaba, entre otras cosas, a organizar expediciones a diversos puntos del planeta, para buscar cuanto pudiera estar relacionado con sus ideales  nazis de la raza aria, así como cualquier conocimiento esotérico, o que pudiera servir a los fines de ese movimiento.

La expedición más conocida de esa organización es la realizada al Tibet en 1939, pero hubo otras, y una de ellas fue a las Islas Canarias, donde desarrollaron una investigación in situ sobre la raza guanche, que consideraban era superviviente de los pueblos atlantes y por tanto aria. Pero los guanches parecen ser del tipo cromagnon puro, sin mezcla alguna, mientras que la raza blanca actual es una mezcla entre Cromagnon y algún tipo de homínidos, (¿Neanderthal?).

El Hombre de Cromagnon apareció “de repente”. Nadie se explica cómo, pues hubiera necesitado más tiempo para desarrollar su cerebro, que era más grande que el del hombre actual. La Biología Evolutiva nos dice que la Naturaleza no hace cosas “raras”. No da grandes saltos ni macromutaciones. Entonces, ¿Cómo apareció?.

Se le considera responsable de la casi extinción del Hombre de Neanderthal. Se dice que los Cromagnon serían una raza “divina”, (?) y la Neanderthal sería humana.

Aunque se creía que no había existido mezcla entre ellos, hace poco se han descubierto en Portugal restos humanos mezcla de ambos tipos.

Por ahí hay algún misterio sin aclarar, parece.

Existen muchas publicaciones alemanas en el sentido de atribuir un origen ario a los guanches y por tanto pertenecientes a sus antepasados arios, pero no debe ser así, pues eran cromagnones puros, si bien cuando llegaron los españoles y conquistaron Canarias, hubo una mezcla, apareciendo cromagnones, protomediterráneos, negroides, etc.

Estos autores alemanes antiguos y algunos modernos también, insisten en que las islas son la parte visible más elevada de la hundida Atlántida.

Posiblemente, si situamos la Atlántida en el antiguo reino de Tartesos, que además de abarcar casi toda la Península Ibérica, incluía la parte norte del continente africano, así como algunas islas ya desaparecidas en el Estrecho de Gibraltar, las Islas Canarias y las Madeira, sin olvidar a las Azores, entonces sí que habrían formado parte de ese imperio, aunque no tal vez como piensan muchos partidarios de esa hipótesis.

En cuanto a la raza insular de los guanches, ya hemos dicho que serían descendientes de los pueblos bereberes, según los etnólogos, arqueólogos e historiadores más convencionales, y huellas arqueológicas y lingüisticas dicen haber encontrado para poder afirmar eso con seguridad, aunque existe en ciertos sectores una fuerte oposición a esta idea por parte de los defensores del origen atlante de los guanches.

Los guanches eran todos de gran estatura, incluso estatura exagerada en algunos casos, de dos metros y de más de dos metros, según se advierte en algunas de las momias encontradas, con una capacidad craneana de 1.900 cms. cúbicos, la más grande que se ha conocido jamás, el índice cefálico (principal medida de la forma de la cabeza), de 77,7 indica una ascendencia muy pura que ya quisieran para sí los nazis, (que anduvieron por estas islas midiendo el cráneo de vivos y muertos, en esa expedición enviada por la Ahnenerbe de las SS), pelo largo hasta la cintura, pelirrojo en muchos casos y en su casi totalidad rubio,  tan rubio que parecía de oro, y ojos muy azules, con la piel muy blanca. Se podría establecer una relación más exacta si se comparasen con los vikingos.

Carleton Coon, de la Universidad de Harvard dijo.

“Hace 3.000 años, durante el Paleolítico Superior un grupo de Cromagnon, (los llamados hombres de Afalou), vivieron en el norte de Africa y los libios descienden de ellos.

Muchos de ellos fueron pelirrojos, dado que este rasgo todavía persiste en la zona... En la actualidad, los rasgos de este tipo humano se encuentran sobre todo en Noruega, Irlanda y el Rif marroquí. Los modernos bereberes descienden de los antiguos libios”.

Genetistas de la Universidad de Princetown confirmaron con pruebas de ADN en los años 90, la proximidad genética de los bereberes con los británicos, más acusada que con otros grupos europeos.

Es importante resaltar, en cualquier caso, que los guanches desconocían totalmente el arte de navegar, aunque podrían haberlo conocido sus ancestros o haber sido llevados allí por ¿los fenicios, tal vez?.

No falta quien afirma que los fenicios establecieron en la antigüedad factorías en las islas, entre otras cosas para conseguir el conocido y apreciadísimo garum, esa salsa elaborada con cabezas y espinas de pescado, túnidos casi siempre, en descomposición, aceite y especias. El Garum en esos tiempos no podía faltar en ninguna mesa.

En una de las Islas Canarias, en la Isla de La Gomera, queda un vestigio de los tiempos en que los guanches poblaban estas islas y que ha sobrevivido al paso del tiempo.

Una de las características más sorprendentes de este pueblo guanche es la utilización de un lenguaje silbado, que recibe el nombre de “El Silbo Gomero”.

Mediante este lenguaje silbado, a traves de distancias de 5 kms. o algo más, y repitiéndose una y otra vez, los guanches podían llevar sus mensajes a largas distancias, a través de los riscos y de los valles, en esta geografía tan peculiar de La Gomera, con terrenos muy irregulares, llenos de barrancos y acantilados de considerable altura, particularmente en la zona del Parque Nacional de Garajonay.

El lenguaje silbado se utiliza solamente en la actualidad en La Gomera, y queda algo en El Hierro, si bien los investigadores creen que se utilizó en otras de las Islas Canarias, posiblemente en la mayoría.

“Con ahumadas se entendían y con silbos que daban de lo más alto: y el que los oía silbaba al otro, y así de mano en mano en breve tiempo se convocaba y juntaban todos”. (Abreu Galindo, Cap. XII, 5).

Era un método de comunicación rápido y efectivo y no consistía en simples sonidos o señales, como pudiéramos suponer, sino un auténtico lenguaje reglado, un auténtico lenguaje articulado como cualquier otro.

Efectivamente, al silbar hablan con frases perfectamente estructuradas, y el mensaje llega claro y preciso. Reproduce el español hablado, con sólo dos vocales y cuatro consonantes. Para el Silbo se utilizan los labios, la lengua y los dedos.

Un sabio francés, muy interesado en las islas y sus peculiaridades dice de uno de sus viajes:

“Al comenzar mi viaje por esta isla (Gomera), oía silbar en todas direcciones. Primero creí que se trataba de simples señales convenidas, pero no tardé en observar que los sonidos variaban al infinito su timbre, ritmo, etc., siendo ora suaves, melodiosos, graves, agudos, desgarradores; ora cadenciosos, imperativos, como si el hombre que los emtía comunicara órdenes, ya por fin tristes, suplicantes.

Hallábame deseoso de penetrar ese misterio sin sospechar todavía la verdad, pero era indudable que se había establecido una conversación entre mi guía y los isleños de las cercanías, respecto a mi persona.

Al emprender el viaje recomendé al guía que no revelase mi profesión de médico para no perder el tiempo en consultas. Desde que los isleños nos descubrían se apresuraban a preguntar silbando mi nombre, nacionalidad, profesión y objeto de mi viaje.

El guía, a pesar de mi prohibición había respondido a todas esas interrogaciones con sus silbos, como así me confesó luego, y en prueba de que lo habían entendido encontré a mi llegada una multitud de enfermos que esperaban para consultarme”.

Este lenguaje creían algunos estudiosos que se había desarrollado dado el aislamiento que tenían los habitantes de estas islas, pero se ha descubierto que también se ha utilizado en algunas partes del continente africano entre los miembros de algunas tribus, entre los bereberes del Atlas Marroquí y entre los pueblos Bayas de Camerún.

Esta sería otra de las señales que confirmarían ese origen bereber de los guanches, que no obstante no ha podido ser asegurado, pero que ya hemos dicho que es aceptado ampliamente.

La causa de que en La Gomera se haya conservado y en cambio haya desaparecido de las demás islas, se supone que se debe a la escasa presencia de los españoles o castellanos en esa isla, y a sus características orográficas.

Hoy día se busca, en los organismos internacionales competentes, (UNESCO), que se declare al culturalmente valiosísmo Silbo Gomero o Canario como Obra Maestra del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, lo que salvará a este lenguaje de su extinción total, ahogado por las nuevas tecnologías, pues al haber dejado de ser útil, ya no se utiliza apenas en la vida práctica y su ámbito quedaría circunsrito a Centros Culturales y de Investigación.

Es una labor de muchas personas que esperemos llegue a buen término.

Una de las características de los pueblos guanches era su costumbre de momificar los cadáveres.

No se momificaban todos, ni los que se momificaban se hacían de igual manera.

La momificación estaba reservada para las castas nobles y dentro de éllas existían diferencias, según el rango que hubiera tenido en vida el difunto. Esa momificación venía a ser como una señal de rango social.

Tenía además un carácter religioso, y se buscaba con ella la preservación de los cadáveres durante el mayor tiempo posible, buscando una perdurabilidad que se relacionaba con el más allá, de forma que la momificación permitiría la identificación del difunto en una vida futura.

Los guanches momificaban los cadáveres en parecida forma a como lo hacían los egipcios, o algunos pueblos de América, (Perú, por ejemplo), por lo que los partidarios de la hipótesis de la Atlántida encontrarían en ello una relación entre estos pueblos que podría significar que algún día tuvieron un origen común, que podría muy bien ser ese mítico Continente-Isla, aunque empleando las sustancias vegetales o minerales de que podían disponer en su entorno natural, lo que las diferenciaba en algunos detalles.

Sin embargo la momificación no es una práctica propia de los egipcios, sino que ya se practicaba en tiempos más antiguos por culturas diferentes.

No estoy de acuerdo con los que afirman que los egipcios descubrieron la momificación por casualidad, al descubrir cadáveres que se habían mantenido deshidratados según las características del lugar donde hubieran sido enterrados, a diferencia de otros que, enterrados en otros terrenos de muy diferentes condiciones se habían corrompido rápida y totalmente.

Para la momificación de los cadáveres, la técnica era muy parecida entre los egipcios y los guanches.

En Egipto se ponía el cadáver sobre una mesa especial para momificaciones, que solía ser de alabastro. Allí se hacía un vaciado al difunto con extracción de partes blandas como el cerebro, intestinos, estómago, hígado y pulmones, dejando el corazón, ya que éste al albergar los sentimientos, conciencia y la vida no podía separarse del cuerpo.

Estos órganos se colocaban en una mesa adyacente, en unos vasos llamados “canopus”. Se cubría el cuerpo con una sal llamada natrón, que lo secaba, dejándolo totalmente deshidratado, por lo que ya no se pudría, y se llenaban los huecos con serrín y especias aromáticas.

Después se cerraba el cadáver, se le colocaba una placa de cera o de oro, se lavaba y se ungía con bálsamos aromáticos.  Se vestía y se envolvía finalmente con vendas de lino, impregnadas en resina.

Entre los guanches venía a ser lo mismo, con diferencias, como hemos dicho, debido a los materiales de los que se disponía, y empleando un tiempo algo diferente, pues los egipcios tardaban 70 días en terminar todo el proceso y los guanches tardaban unos 15 días, exponiendo estos últimos el cuerpo al sol para terminar el “secado”. Pero básicamente, el proceso era el mismo.

Estas momias canarias se metían en unos cajones  y se llevaban a unas cuevas de muy difícil acceso, donde se colocaban verticalmente a las paredes, en una especie de nichos.

Otros se colocaban unos encima de los demás, apoyados en tablones a manera de andamios de madera, la cual se conservaba tan bien que parecía haberse vuelto de acero y era imposible romperla con cualquier instrumento por duro que fuera. Estos tablones se llamaban “chajasco”.

La duración o conservación de las momias guanches siempre ha sido calificada como asombrosa.

Los guanches eran reacios a enseñar a cualquier forastero estos cementerios, pues consideraban su intrusión como una profanación. Llamaban a sus momias “xaxos”.

Desgraciadamente, la utilización de las cuevas de los enterramientos por agricultores y ganaderos, así como el expolio cometido para comerciar con los coleccionistas de momias han hecho que en los siglos XVIII, XIX y XX se hallan destruido muchas de estas momias, o despojadas de sus ajuares, o movidas de su emplazamiento o de su orientación lo que dificultó o imposiblitó su estudio por los especialistas en muchas ocasiones. Es la historia de siempre.

Hacíamos, de pasada, una referencia a las pirámides de Güimar, en la Isla de Tenerife. Pero sobre ellas pende la sombra de la duda, y parecen existir intereses encontrados, a los que de momento no existe una definitiva aclaración.

Sobre las pirámides de Güimar existe una gran controversia.

Descubiertas en 1990 por Emiliano Bethencourt, en Chacón, en el municipio de Güimar, en la Isla de Tenerife, despiertan pasiones a favor y en contra.

Mientras unos afirman que se trata de simples alineamientos o amontonamientos de piedras, realizados para limpiar el terreno de la zona con el objetivo de poder dedicarlos a la explotación de la cochinilla, otros afirman que se trata de pirámides auténticas, negando la posibilidad de que los supuestos campesinos tuviesen la capacidad de realizar esas construcciones, con su forma perfectamente coincidente con las de las pirámides de otros lugares del mundo. Pero es que además presentan desagües y escalonamientos, con formas perfectas que alejan la idea de que sean simples agrupamientos de piedras y denotando una clara intención de construcción arquitectónica.

Son pirámides en toda regla, tal y como se entiende que es una pirámide. Pero surge ahora otra pregunta, ¿cuál es su antigüedad?.

Varios arqueólogos e historiadores detractores han realizado excavaciones y análisis en la zona, entre ellos científicos de la Universidad de La Laguna, (Tenerife), llegando a la conclusión de que las pirámides de Güimar se erigieron en el siglo XIX.

La polémica estaba servida.

Defensor de la realidad de estas pirámides estaba el Dr, Heyerdal, conocido y reconocido etnólogo noruego a nivel internacional, nada susceptible de ser considerado un charlatán, quien fue el que más insistió en que se trataba de pirámides prehispánicas. Para él constituían la demostración de la difusión de estas construcciones desde Egipto a Sudamérica.

A favor y en contra, lo cierto es que se formó un parque temático sobre estas pirámides, que atraen a numerosos turistas, generando mucho dinero.

Entre las observaciones y datos que los detractores ofrecen, se encuentra éste:

“Don Antonio Díaz-Flores y Cartaya nació en Fasnia siendo hijo de Don Antonio Diaz Flores y de Doña Rosa Maria Cartaya. Fue emigrante a América donde amasó una considerable fortuna y aprendió grandes cosas que intentó “enseñar” en Tenerife, como fueron mejoras en la agricultura y en el transporte .

En el año 1854 compró a Isabel Castro Ayala la finca Chacona. Su idea fue modificar la finca para plantar cochinilla y eso le llevó a tener que despejar las lavas volcánicas que en ella estaban en forma de cascajos. Como era un hombre de gran cultura aplicó para el amontomaniento de esas piedras la técnica de formar pirámides. La cosa estaba fácil (???) y de paso rindió culto a su filiación a la Logia Masónica de obediencia lusitana a la que estaba adscrito con el nombre en clave de CHOGO.

Me alegro por los naturales de Guimar que hoy disfrutan de tan hermoso conjunto “prehispanico” y de paso venden el vino.

Como se aburría ganando dinero, de paso fue propietario de varias mansiones de la Orotava, incluída la “Casa de los Balcones” y alcalde de la Villa en 1863, siendo también en 1875 diputado provincial por Tenerife.

Sus hijos fueron Amelia, Antonio y Gonzalo”.

De ser así, el misterio de las pirámides de Guimar quedaría aclarado, y no tendrían un origen prehispánico. Pero la cosa no está tan clara. ¿Por qué?. Pues porque a favor de las pirámides existen, a su vez, opiniones autorizadas.

Por ejemplo, el Centro de Estudios Aborígenes de Canarias, hace notar que a poca distancia del lugar donde se encuentran las pirámides existen lugares más propicios o fáciles y cercanos para arrojar esas piedras si de verdad se hizo eso con la intención de limpiar la zona.

Para aumentar la polémica, tres astrofísicos realizan sobre las citadas construcciones un estudio astronómico. Publican los resultados en 1991 y en ellos se dice que las pirámides tienen una alineación hacia los solsticios en esa zona, y que podrían haberse utilizado para calcular las fechas claves para los ciclos de la agricultura, tal como hacían los mayas, incas y aztecas con sus pirámides en América.

Hay referencias escritas sobre las pirámides, que hablan de los guanches en relación a éllas, y no de los campesinos posteriores.

Como ejemplo tenemos ésta:

“Eran estos palmeros idólatras y cada capitán tenía en su término, adonde iban a adorar, cuya adoración era en esta forma: juntaban muchas piedras (...), y en los días que tenían situados para semejantes devociones suyas venían todos allí, alrededor de aquel montón de piedras, y allí bailaban y cantaban endechas y luchaban y hacían los demás ejercicios de holguras que usaban , y estas eran sus fiestas de devoción”.

Existen otras referencias históricas en el mismo sentido, pero creo que queda bien claro que ya en los tiempos guanches existían esas pirámides, independientemente a que en tiempos posteriores a la conquista española los agricultores amontonaran pìedras para limpiar los terrenos.

¿Por qué estas controversias entre partidarios y detractores?.

Es otro misterio más.

En la zona de Güimar existe, también, un barranco que encierra muchas historias y leyendas.

Formó parte del menceyato del Mencey Añaterve, que tenía en esa zona un buen lugar para guarecerse, dada sus condiciones para establecer su hábitat en las cuevas del lugar.

Este Mencey entregó el barranco, que los guanches llamaban “Barranco de Chamoco” a las tropas españolas en el año de 1496.

Al efectuarse el reparto de tierras que se produjo posteriormente a la conquista, este barranco pasó a ser propiedad de un tal Juan de Badajoz. De este nombre pasó el barranco a tener el nombre con el que se conoce en la actualidad, “Barranco de Badajoz”.

Es un lugar impresionante, con paredes verticales altísimas, y alcanza una altura máxima de 2.259 metros, siendo en algunas zonas de muy difícil o imposible acceso. Algunos excursionistas han perdido la vida al caer desde grandes alturas en esa zona.

A ambos lados del cauce del barranco se pueden advertir muchas cuevas y galerías, utilizadas en su día por los mineros que las excavaron para la extracción de agua.

Una de las cuevas fue utilizada por los guanches para el proceso de curación de sus alimentos, principalmente queso. Es la Cueva del Cañizo, que se encuentra a unos 100 mts. de altura, que también recibió el nombre de “Quesera de los Guanches”.

Cuentan las crónicas que encontrándose dos mineros excavando en una de las paredes de una galería, esta pared se desmoronó, viniéndose abajo y dejando al descubierto otra galería más amplia.

En esa galería, los mineros quedaron estupefactos al descubrir a tres seres vestidos de blanco, que parecían querer comunicarse con los citados mineros. Les indicaron la zona donde debían excavar, para encontrar con facilidad el agua que buscaban.

Sin embargo existe otra versión, que dice que ambos mineros, al percatarse de la presencia de los extraños seres, salieron corriendo y se dirigieron hacia el Cuartel de la Guardia Civil, donde denunciaron los hechos. Sin embargo no existe constancia de tal denuncia.

Se comenta que en este barranco, en algún punto no determinado, existe una puerta dimensional, que conectaría con algún mundo o realidad paralela.

Fue aquí donde se dio, supuestamente, el caso de “La niña de las peras”, llamada así porque sus familiares la enviaron a esa zona a buscar ese tipo de fruta. La niña, con cinco años desapareció, no volviendo a saberse nada de ella, hasta muchos años después, en que volvió a aparecer, teniendo aún la misma edad de cinco años que tenía en el momento de su desaparición. Los asombrados padres escucharon de labios de la niña que se había quedado dormida al pie de un peral. Allí la despertó un ser de blanco, (¿otra vez los seres de blanco?), que la llevó a una cueva, donde había una escalera por la que bajaron hasta llegar a un jardín donde había otros seres similares. ¿Se trata de seres intraterrenos, una realidad paralela o simple fantasía?.

Más tarde, la niña fue llevada al exterior de la cueva, hasta el lugar donde había sido hallada. Ella recogió la fruta y regresó a su casa. No era consciente de que hubieran pasado más que unas horas.

Güimar reúne muchas leyendas, como la de la aparición de la Virgen de la Candelaria.

Cuenta la tradición que dos pastores guanches notaron que al ir a guardar sus rebaños a las cuevas del “Barranco de Chimisay”, el ganado se negaba a entrar y se arremolinaba, muy inquieto.

Buscaron la causa de tal hecho y descubrieron a una mujer que se hallaba sobre una peña, con un niño en brazos.

Dado que los guanches no podían hablar con una mujer, ni acercarse a ella en zonas no pobladas, le hicieron señas para que se apartara y pudiera pasar el ganado.

Pero al levantar el brazo, para hacer tal gesto, este se le quedó paralizado, por lo que el otro guanche intentó herir con su cuchillo a la misterioa mujer. Sin embargo no lo logró, quedando herido él mismo.

Huyeron hasta la cueva-palacio del Mencey Acayno donde contaron lo sucedido.

Fueron al lugar nuevamente, acompañados del Mencey y otros guanches y comprobaron que se trataba de una imagen de una mujer de color negro.

La trasladaron a la cueva, quedando curados milagrosamente los dos pastores que la habían encontrado y fue reconocida por un antiguo esclavo de los españoles, que se había escapado, y que la identificó como la Virgen María.

Se cree, para explicar el misterio, que la citada imagen pudo haber sido llevada allí por unos misioneros franciscanos españoles, en período anterior a la conquista, tratando de evangelizar a los guanches, lo que provocó un sincretismo religioso. Y allí la encontraron los pastores. Las referencias a hechos milagrosos sería ya leyenda, para aumentar el interés de los fieles creyentes.

Dentro de las creencias religiosas de estos aborígenes existía una relacionada con los volcanes, y más concretamente con el volcán del Teide.            

Todos recordamos haber leído libros de aventuras en los cuales se narraba la forma de vida de los aborígenes de islas más o menos exóticas y tropicales, como en Oceanía.

En esas islas, en aquellas que tenían volcanes activos, éstos eran considerados como las moradas de los dioses del mal o demonios más o menos tenebrosos. Incluso para calmar las iras de estos demonios, lo que se consideraba que ocurría cuando los volcanes erupcionaban, se les ofrecían sacrificios humanos, generalmente jóvenes vírgenes, para calmarlos. Era una constante en todas esas culturas aborígenes.

En las Islas Canarias encontramos algo similar relacionado con el pico del Teide, en otros tiempos volcán activo, y que ahora parece estar “apagado”, pero ¡cuidado!, sólo lo parece: hay señales que indican cierta actividad, hasta el momento en forma de fumarolas y solfataras a 86º C. Parece existir algún problema con el sistema magmático de este volcán, que el Teide “burbujea”, (aunque hay informaciones contradictorias entre los científicos), por lo que es necesario estar alertas y “chequear” con frecuencia al volcán. Podría entrar en erupción cualquier día. De ser así, las consecuencias podrían ser catastróficas para Tenerife, dada su dificultad para una pronta evacuación.

Cuando yo estuve en Tenerife en el año 2004, corrían rumores, según me comentó el taxista que nos trasladaba al hotel, de que había cierta actividad sísmica en aquellos días, por lo que se estaban reuniendo los responsables políticos con especialistas en vulcanología. Yo, personalmente, no noté nada, aunque quedé bastante inquieto. Casi me arruinan las vacaciones.

En el interior de este volcán situado en la isla de Tenerife, creían los guanches que habitaba la Diosa del Mal, llamada Guayota, con sus hijos los Tibicenas.

Tanto la diosa como los Tibicenas, cuando salían de su guarida adoptaban la forma de perros fieros, de gran tamaño.

Los guanches observaron en una ocasión que los cielos se cubrían de nubes amenazadoras, que restaban luz a la claridad del día.

Guayota secuestró al Dios del Sol, llamado Magec, por lo que las tinieblas se adueñaron de la Tierra, y lo llevó al interior del volcán, que los guanches llamaban Echeyde.

Los Tibicenas, hijos de Guayota salieron entonces a atacar los ganados de los guanches, produciendo gran matanza que hizo que el pueblo atemorizado en gran manera dirigiera sus súplicas a Achamán, Dios de los Cielos.

Achamán se apiadó de los guanches y se enfrentó a Guayota en una lucha terrible, hasta que Achamán encerró a la Diosa del Mal en el interior del volcán, poniendo un tapón en la entrada, que es el cono blanquecino que se ve en la cumbre, y que debido a ese color blanco le llaman el “Pan de Azúcar”.

Magec quedó liberado, y la luz regresó nuevamente, reinstaurándose la normalidad.

Parece, a mi juicio, una forma idealizada de describir una erupción volcánica. Podría ser.

El volcán, el monte más alto de Canarias, de España y de cualquier isla del Atlántico, que en época romana fue llamado Nivaria, debido a su cumbre nevada, está situado en el Parque Natural del Teide, Patrimonio de la Humanidad, y que en 1989 recibió el Diploma Europeo en su máxima categoría, adjudicado por el Consejo de Europa.

En sus inmediaciones han sucedido todo tipo de fenómenos, desde ufológicos a parapsicológicos, con avistamiento de luces, esferas, discos y “entidades” gigantescas o de pequeño tamaño, que han despertado el interés de ufólogos y parapsicólogos.

A veces este interés se desborda, y se organiza alrededor de todo este “tinglado” una especie de ufolatría, muy común en este mundillo cuando se sepulta la racionalidad en aras de un misticismo que algunas personas necesitan tener presente en sus vidas como una muleta para poder seguir adelante en su vida, incapaces de hacerlo solas.

Así ocurrió durante varios años consecutivos, desde 1978, en que se puso en marcha un movimiento de carácter místico-ufólatra, que reunía a miles de personas en el Valle o Cañadas del Teide.

Este movimiento adoptó el nombre de “Operación Unidad Planetaria”, y se fijaba como objetivo enviar mentalmente, todos a una, pensamientos de paz y amor a todo el mundo.

El programa de Antonio José Alés “Medianoche”, consiguió que en ese lugar, en una de sus “Alertas OVNI radiofónicas”, se reuniesen 40.000 personas.

Menos festiva fue la reunión, felizmente abortada por la Policía tinerfeña, organizada por una psicóloga alemana, que llevaba diez años viviendo en Tenerife, llamada Heide Fittkan-Garthe, de 56 años, con el objetivo de llevar a cabo un suicidio ritual. Era la líder de un movimiento platillista llamado “Orden del Templo Solar”, similar a otros movimientos de personas majaderas que se empeñan en considerar a los supuestos extraterrestres como hermanos superiores que vienen a ayudarnos.

Según parece, a través de sus “contactos”, esta majadera convenció a un grupo de personas, (entre las que había muchos niños), para suicidarse colectivamente, pues “el fin del mundo era inminente”.

Afortunadamente la Policía, como decía, logró impedirlo.

Y mientras tanto: ¿qué ha sido de los guanches?. ¿Fueron exterminados definitivamente, por los españoles, como se dice, o existen en la actualidad descendientes de esos valientes y casi legendarios nativos de las Islas Canarias?.

Un estudio bastante reciente nos dice que se han detectado genes de los supuestamente extintos aborígenes canarios en Sudamérica, y más concretamente en la República Dominicana.

Una vez comprobado esto, los investigadores se plantearon una nueva incógnita: ¿Cómo pudieron estos guanches llegar a América, toda vez que según se cree no conocían el arte de navegar?.            

La explicación del por qué se encuentran rastros de los guanches en Sudamérica no es en sí tan misteriosa. Se ha querido explicarlo diciendo que los guanches de las Canarias procedían del continente americano, en oposición a quienes aseguran que proceden del norte de Afríca y de que están emparentados con los beréberes.

Durante diez años un arqueólogo gallego, llamado Pablo Novoa Alvarez realizó un estudio sobre esta relación canario-americana, al descubrir en el Museo Canario unas hachas de piedra pulimentada que encontró iguales o muy similares a otras conservadas en el Caribe.

Al notar estas coincidencias, Pablo analizó los topónimos de ambas zonas y encontró mas de quinientas concordancias, lo que le hace suponer que los guanches proceden de los Araguaco-Taínos.

Pero la explicación, para otras personas, está en el hecho de que los guanches fueron explotados como esclavos al principio y como repobladores más tarde, por los conquistadores españoles, por lo que fueron llevados a América, donde formaron grupos de población.

Los guanches fueron utilizados en la Península Ibérica, nada más finalizar la Reconquista en 1492. España había quedado muy despoblada, desde el centro hasta el Sur, y se repobló con castellanos y con guanches.

Aunque nacionalistas e independentistas canarios han tratado de hacer creer que los guanches fueron tratados bajo unas condiciones esclavistas terribles, eso no es cierto, aunque hubo esclavismo al principio.

Los Reyes Católicos protegieron a los indígenas cristianizados y los nobles fueron advertidos contra la desobediancia a la orden real de prohibir su venta y esclavitud, que aunque con gran desobediencia de los reticentes nobles y clérigos al principio, fue dando paso a una nueva situación favorable para los indígenas. Es cierto que fueron un pueblo sojuzgado, invadido y posteriormente colonizado, pero no debemos olvidar que gran parte de las fuerzas que guerrearon en las Canarias y posteriormente colonizaron las islas, fueron guanches al servicio de la corona castellana, pues no había españoles suficientes para tal colonización.

En cuanto a los de la Península, si bien hubo de todo, básicamente se utilizaron también, como hemos dicho, para repoblar amplias zonas geográficas despobladas, sobre todo el Sur y el Sureste, formando núcleos de población que vivían sujetos a los señores del lugar, pero no como esclavos sino como una población sometida a un poder establecido. Existía una gran desigualdad social entre las castas nobles y los clérigos y el pueblo llano, pero esto era válido para toda la población. No olvidemos que hablamos de sociedades de tipo feudal.

Sobre esta extracción de canarios para repoblar la Penínula nos dice la catedrática Pilar Rodriguez:

“El trasvase de los nativos de las Islas Canarias (llamados guanches) hacia la Península Ibérica, con fines de repoblación y conquista abarca un período de más de dos siglos. Se inicia a mediados del siglo XIII, extendiéndose más allá de 1570 en que se produce la expulsión total de los moriscos granadinos. Pueden estimarse en unos 400.000 los guanches trasladados en ese lapso. Y es de notar que se trata de un hecho históricamente silenciado”.

En esos tiempos medievales y los del final de la Edad Media, los nobles y los clérigos formaban una casta con unos privilegios que los diferenciaban claramente del resto del pueblo, y el trato no es que fuera muy humano, no sólo con los guanches, sino con todo el pueblo en general. O eras noble o eras poco menos que nada, e incluso existía un “derecho al maltrato” en algunas zonas. Todo eso fue cambiando poco a poco.

Sobre su presencia en América, Pilar Rodriguez dice de los guanches:

“Los dos componentes blancos de ultramar en América serán: españoles y canarios.

Los españoles eran importantes en el gobierno, pero muy escasos. La emigración canaria representaba los blancos pobres y desde el descubrimiento hasta el siglo XX va a estar asociada a un flujo fuerte y contínuo de emigraciones, en su mayoría clandestina. Desde la segunda mitad del siglo XVI se señalan salidas en bloques de familias y a mediados del siglo XVII se consideraba que había más canarios en América que en las islas...”.

Así pues, mienten todos quienes afirman que los españoles exterminaron a los guanches, como mienten los que afirman que los españoles exterminaron a los indios americanos, si bien en este caso sí hubo un grave atentado demográfico, pero sin llegar a los extremos a los que llegaban franceses y sobre todo ingleses, y posteriormente los estadounidenses, que acabaron con los indígenas en el norte de América, dejando tan sólo un pequeño número arrinconado en las llamadas “Reservas Indias”.

En fin, cada uno ve la Historia como conviene a sus ideas o intereses.        

Hoy día se considera a los canarios actuales, con mayor o menor mezcla, como descendientes de esos guanches antiguos, y alguno habrá, tal vez, que conserve sus características raciales más o menos puras.

Pero como ocurre en la Península, la homogeneidad es algo difícil de encontrar en lugares donde ha habido invasiones, pacíficas o no, y mezclas de unos pueblos con otros.

Pero eso es una cosa, y hablar de extinción, como algunas personas pretenden hacer creer es otra muy distinta y además falsa.

Las Islas Canarias son hoy, como ayer, un Paraíso Terrenal, donde la mayor economía se produce a través del turismo, con grandes potencialidades en otros campos y a quien no les vendría mal una fuerte atención e inversión del Estado, que dada la insensatez de nuestros políticos es difícil que se vea.

Hoy día se está produciendo una nueva invasión de las islas, ésta de muy diferente signo, con la llegada de miles de africanos, que arriban a sus costas en frágiles cayucos, escapando de la miseria de sus países de origen.

No hace mucho, en los tiempos de la dictadura franquista ocurría lo contrario: eran los propios canarios quienes en frágiles embarcaciones de pesca emigraban clandestinamente a Sudamérica, concretamente a Venezuela, escapando de situaciones económicas insostenibles, pagando fuertes sumas a las mafias de entonces, tal y como ocurre hoy día con los inmigrantes africanos.

El espíritu indomable del guanche ancestral, de aquellos tiempos anteriores a la llegada de los castellanos y españoles sigue vivo para siempre, sobre la geografía de estas islas, y es fácil imaginarlo, hasta verlo incluso detrás de cada risco, detrás de cada árbol, a través del sonido del Silbo de la Gomera, bordeando la boca de los volcanes, acariciando los bordes de las dunas, y sumergiéndose en las profundidades de este Océano Atlántico que guarda celosamente el secreto misterioso de un pasado en el que tal vez existió una gran civilización, una civilización que un día controló una gran parte del mundo, pero que fue engullida por un cataclismo, quedando tan sólo como recuerdo la parte más alta de su geografía, las Islas Canarias, las Islas Selvagens, las Islas Madeira y tal vez las islas Azores, y con restos desdibujados, enmascarados, en la parte sur de la Península Ibérica y el Norte de Africa.

El espíritu del Guanche, cuyo nombre significa "hombre", estará para siempre vivo en el alma y en el corazón de miles de canarios y canarias, y en el de muchos peninsulares que admiramos y envidiamos a esa raza noble, valiente e indomable que un día pobló esas islas, y que hoy vive aún, mezclada con nosotros.

Las canarias, llamadas con justicia Islas Afortunadas, seguirán guardando multitud de misterios, para que aquellas personas a las que nos atrae lo misterioso, lo mágico, lo inexplicable, como son los OVNIS, los fenómenos paranormales, las entidades misteriosas, las energías telúricas, las civilizaciones desaparecidas, la Magia, la Ilusión, tengamos en ellas un lugar ideal para satisfacer nuestro afán de búsqueda. Aunque lo más bonito del misterio es que siga siendo siempre un misterio.

          

 
 
   
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