BIOGRAFIA DE JOSE RUESGA MONTIEL
Nacido en Sevilla en 1947, antiguo alumno escolapio, recibió una formación humanística esmerada. Estudió Arquitectura Técnica en Sevilla e Historia Antigua (Arqueología).
Durante 14 años fue colaborador del Museo Arqueológico Hispalense, que culminó con la presentación del trabajo «Elementos para determinar la realidad material y situación geográfica de la ciudad romana de Osset» ante la Comisión Provincial del Patrimonio Histórico Artístico, septiembre de 1985.
Creador de la RNC -Red Nacional de Corresponsales- (1.969), Proyecto Catares (1.979) y Cuadernos de Ufología (1.983), es actual editor-coordinador de dicha publicación y miembro del Patronato de la Fundación Anomalía.
Hace ya 31 años me interesé por los entonces platillos volantes. Era un joven universitario que desde muy temprana edad sentí fascinación por la investigación y aquel nuevo fenómeno parecía ponernos ante un nuevo paradigma de las Ciencias, además era un campo donde todo estaba por hacer.
A lo largo de los sesenta creí -como casi todos- que una explicación extraterrestre era la más plausible, pero pronto vino la evidencia de muchos casos investigados directamente, a modificar aquel primer convencimiento, ya a mediados de los setenta me inclinaba más por las tesis de Keel y Darnaude.
Considerando que de nada valdría nuestro trabajo si no uníamos nuestros esfuerzos y se hacía una compilación ordenada y exhaustiva de la casuística conocida y por conocer, impulsé en el seno de RNC (Red Nacional de Corresponsales) -de la que fui creador- el «Proyecto Catares», que pretendía prestar atención a zonas más reducidas y reunir en catálogos regionales una casuística mejor estudiada.
El proyecto fue posible en varias regiones, hoy autonomías, pero de manera muy especial en Andalucía, en la que por razones de proximidad pude desarrollar entre 1979 y 1985 una exhaustiva labor de encuesta y reencuesta.
De resultas de esta dedicación, mis presupuestos básicos, por tanto mi pensamiento, evolucionó considerablemente y donde antes admitía extrañas procedencias empecé a descubrir fenómenos y hechos mal interpretados por los testigos, fraudes conscientes por las más variopintas motivaciones y un número de casos que podían responder a fenómenos físicos mal conocidos.
En el interín, la crisis de primeros de los ochenta me impulsó a la creación de Cuadernos de Ufología con un objetivo prioritario: reunir a los más implicados y veteranos investigadores, potenciando la crítica metodológica y la confluencia de intereses.
Estas actitudes creadoras y su consiguiente seguimiento me han valido ser considerado más un organizador y aglutinador que investigador propiamente dicho, lo cual en cierto modo no es verdad, pues han sido muchas horas dedicadas a investigar tanto de campo como de gabinete.
A estas alturas de mi vida biológica y ufológica veo el fenómeno como una inevitable mezcla de muchas consecuencias, que no orígenes.
Hay un substrato importante de un fenómeno psicosocial, generado fundamentalmente por los medios de comunicación y los intereses de las grandes potencias, principalmente EE.UU.. El descreimiento y desarraigo de valores tradicionales en nuestra sociedad han sido un buen caldo de cultivo.
La buena voluntad pero escasa preparación intelectual de la mayoría de los ufólogos ha generado estereotipos que han calado fuertemente también en nuestras filas.
Por último estoy convencido que un número más o menos importante de casuística responde a un fenómeno físico, cuyas características básicas se confunden en estos otros factores y estereotipos, pero que terminarán por definir un origen físico y terrestre de lo que venimos llamando fenómeno Ovni.
A pesar de ser tenido por miembro de la "línea de en medio", mi posición está claramente en contra de la explotación de la credulidad de las gentes, por una investigación desapasionada de las posibles evidencias y la aceptación de los resultados por muy en contra que pudieran estar de nuestras explicaciones más caras.
En contra igualmente de quienes defienden que esa postura no es comprometida, puedo decir que con su mantenimiento no es que haya perdido amigos, pues los amigos es lo único que el hombre elige libremente, sino que he dejado en la cuneta de mi caminar en este campo a muchos de los que fueron mis compañeros de viaje.
Mis amigos siguen siéndolo mantengan la posición que mantengan, porque se les acepta como son, o no son amigos. Pero hay que hacer todavía grandes esfuerzos de confluencia y camaradería si queremos conseguir mejores medios y una visión acertada del o los fenómenos que hay sobre la mesa con la etiqueta Ovni.
Aprovecho la ocasión para decir que nunca he sido miembro de ningún servicio secreto, soy tan transparente que me hubiera resultado imposible.
Vivo de mi trabajo como profesional y entusiasmé a muchos de mis compañeros por la creación de la Fundación Anomalía, pensando que sólo la generosidad material y la de espíritu son los auténticos cimientos para conseguir las obras imperecederas.
La realidad se muestra obstinada y los vientos de este final de milenio parecen querer acabar con todo vestigio de honradez y sinceridad.
A pesar de ello me reafirmo diciendo que el único camino para conseguir algo positivo en este campo es trabajar con honradez, acercar nuestras posiciones y hacer posible que los escasos medios vayan dirigidos a lo que de verdad nos debería interesar, la investigación.
No soy un prócer de la Ufología, como me definió mi amigo Ignacio Cabria, antes al contrario siempre me consideré un trabajador silencioso de segunda fila, en la que tan necesario es trabajar día a día para que las cosas marchen.